Parábola del buen samaritano

La parábola del buen samaritano se encuentra en Lucas 10:25-37.

Parabola del buen samaritano
Dramatización moderna del buen samaritano. sbhland

Jesús usó la parábola del buen samaritano como parte de su respuesta a una pregunta que le hicieron sobre los mandamientos. 

En Lucas 10:25-28 leemos que un experto en la ley judía le pregunto a Jesús cual, de todas las leyes de Moisés, era la mas importante. Jesús sabiamente contesto: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.". Queriendo probar a Jesús otra vez, el hombre pregunto "¿Quién es mi prójimo?". Jesús respondió con esta parábola del buen samaritano.

Parábola del buen samaritano:
Un hombre judío estaba haciendo el viaje desde Jerusalén hacia Jericó. En el camino fue asaltado por unos hombres quienes les robaron su ropa, lo golpearon y lo dejaron casi muerto.

Un sacerdote también iba de viaje por este camino y al ver al hombre herido, cruzó al otro lado de la calle y siguió sin ofrecer ayuda. Un levita también pasó por ahí pero al igual que el sacerdote, cruzó la calle y se fue sin ayudarlo.

Después pasó un hombre de Samaria, un pueblo despreciado por los judíos. El samaritano vio al hombre y se compadeció de él. Tomó vino y aceite para limpiar sus heridas y después de haberlo vendado, lo montó en su cabalgadura y llevó a un alojamiento donde pasó la noche cuidándolo. Al siguiente día el samaritano le pagó al dueño de aquel lugar dos monedas de plata para que cuidara del judío y le dijo que si hubiera gastos adicionales le pagaría el resto la próxima vez que estuviera en el área.

Al terminar la parábola Jesús pregunto: ¿Cuáles de estos tres hombres fue el prójimo del judío? El experto en la ley respondió, "El que mostro misericordia". Jesús entonces dijo: "Si, vallan y hagan ustedes lo mismo."

Lecciones del buen samaritano:
El sacerdote y el levita:
La primera persona que pasó por el lado del judío fue un sacerdote. Los sacerdotes tenían una posición de gran prestigio en la comunidad judía. Se supone que como una persona religiosa y representante de Dios, se hubiese parado para hacer el bien. Pero, había una regla que un sacerdote no podía tocar un cadáver porque era considerado un acto impuro para él. Recuerden que los bandidos dejaron al judío casi muerto. Quizás el sacerdote prefirió seguir las leyes terrenales y preservar su supuesta pureza.

Los levitas eran asistentes en el templo. Eran personas consideradas apartadas para el servicio a Dios. Aparentemente el servir para este levita no incluía ayudar a los demás. Seguramente el asistente del templo también tenía varias reglas que seguir y similar al sacerdote las puso por encima de las necesidades de este hombre que era judío como él.

El samaritano: El conflicto entre los judíos y los samaritanos está bien documentado en los evangelios. Los judíos se consideraban puros delante de Dios y su odio hacia los samaritanos se basa en que este grupo, también judíos, se casaban y mezclaban con gentiles. Los judíos consideraban abominable el estilo de vida de los samaritanos. Podemos aprender mucho con la intención de Jesús en hacer héroe a un samaritano.

Cuando el samaritano vio al judío, solo supo ver su humanidad. El vio a un hombre que estaba en un estado crítico y en necesidad de ayuda. No había tiempo para contemplar las diferencias entre ellos, las heridas que sus culturas se habían causados, y si sufriría consecuencias por asociarse con alguien estaba supuesto a ser su enemigo. La compasión del samaritano sobre pasó todas sus reservaciones. Su compasión tampoco fue artificial. Además de acercarse al judío, que en si era algo significativo, usó sus propios recursos para asegurarse de su recuperación. La responsabilidad que les correspondía al sacerdote y al levita como judíos, la asumió el samaritano. La compasión, cuando tiene raíz en el amor de Dios, no hace cálculos y rompe con los prejuicios.

Puntos claves para recordar:

  • El amor hacia el prójimo es un mandamiento, no una sugerencia.
  • Es fácil amar a las personas que se parecen a ti.
  • Nuestros prejuicios impiden que amemos a personas diferentes a nosotros.
  • Las apariencias engañan: El que aparenta ser justo a veces no lo es, y el que aparenta ser injusto a veces si lo es. Solo Dios conoce el corazón de una persona.
  • El amor se muestra a través de las acciones y las actitudes.
  • Cada persona con quien haces contacto merece tu respeto, compasión y amor.
  • El amor es la gran evidencia de que amas y sirves a Dios.